En la primavera de hace unos años las ovejas de mi abuelo estaban pariendo corderos y corderas.
Cada día que amanecía, el rebaño tenía alguna corderita más.
Un día apareció un corderito algo diferente. Era más amarillito y tenía mucho pelo en la cabeza.
La oveja que estaba a su lado se quedó extrañada pero era tanto el cariño que demostraban las ovejas y carneros a sus bebés que ella comenzó a comportarse como una auténtica mamá oveja.
Al bebé cordero lo llamaron Leoncio. Era suave y cariñoso.