Mira bien lo que hay aquí:
son dos idiotas llamados
Mandón y Terco, sentados
cada uno en su barril
que de pólvora han llenado.
Muy amables y educados,
comienzan a hablar así,
con una vela en la mano
(clin, clan)
-Respetable señor Terco, no es
por nada, no, pero ¿tendría la
bondad su señoría de apagar
esa velita?
-¿Pero no ve su señoría que esa
velita puede convertirse en un
peligro para mi propiedad? ¿No ha
pensado que su velita puede,
naturalmente sin que su señoría
tenga culpa, que su velita puede
prender fuego en mi barril de
pólvora?
(clin, clan)
-Muy bien, excelencia, muy
bien… pero… ¿podría su excelencia
explicarme por qué mi velita le
molesta a su excelencia?
-Le presento mis excusas,
excelencia, pero… ¿no cree usted
que su velita también puede
prender fuego en mi barril de
pólvora?
(clin, clan)
Los dos idiotas sentandos
cada uno en su barril
ponen cara de asustados.
Con amenaza muy fina
empiezan a discutir
sin apagar la velita
(clin, clan)
-Caballero, ¿sería tan amable de apagar su
velita, que estoy empezando a ponerme
nervioso?
-Ciudadano, ¡los derechos son los mismos!
¿Por qué tengo yo que pagar mi vela si usted
sigue con la suya encendida? ¿Por qué? ¿Por
qué? ¿Por qué?
-Mire usted, caballero, ¿Por qué sí! Y si el
Caballero no apaga su velita de inmediato…
-¿Qué pasa?, pregunto yo. ¿Qué hará el
ciudadano?, pregunto yo.
(clin, clan)
Dos idiotas consumados
llamados Mandón y Terco.
Los dos siguen tan contentos
con su velita en la mano.
Están bien arrellanados
y se sienten satisfechos
en sus barriles repletos
de pólvora. Disputando
parecen niños pequeños.
(clin, clan)
-Cuidadito, compañero.
Si me hubieses hecho caso
Por las buenas, muy bien.
Pero, ya que no me has
hecho caso, ahora yo
quiero, ¿has comprendido?,
yo quiero que apagues de
una vez esa velita. Y,
además de eso, has de saber
que no me gusta nada el
color de tu ropa. Creo que
sería mejor que, de paso, te
cambiases de ropa.
-¿Cambiar yo el color de
mi ropa? ¿Tú estás chiflado!
¿Y por qué no te gusta mi
ropa? ¿Mira tu! Pues
tampoco a mí me gusta el
color de tu ropa. Lo que yo
quiero, ¿me entiendes?, lo
que YO EXIJO, es que
apagues de una vez y para
siempre esa porquería de
vela que tienes. Es cuestión
de principios, a ver si me
entiendes, es cuestión de
principios que cambies el
color de esa asquerosa ropa
que llevas.
(clin, clan)
Dos idiotas que están locos
y que no apagan sus velas.
Dos idiotas muy furiosos
y amigos de la violencia.
Dos idiotas poderosos
guiados por la demencia.
Cada uno compitiendo
con el contrario en furor:
uno quiere dar pellizcos,
otro ofrece un bofetón.
Uno la emprende a sopapos
Y el otro le da un morrón.
(clin, clan)
-¿Habrá semejante cretino? Si no
dejas de darme pellizcos ahora
mismo, YO echo mi vela a tu barril.
-Alto ahí, pedazo de animal. Si no
dejas de darme bofetones ahora
mismo, yo echo mi vela a tu barril de
pólvora.
(clin, clan)
Los dos idiotas sentados
siguen en el mismo plan.
No pueden hacer las paces
por conciencia personal.
Y pelean por las velas.
¡Una pelea federal!
Y también por los colores.
¡Una ocurrencia infernal!
Mandón y Terco se retan
de un modo que no es normal.
Y cada vez hay más pólvora,
¡van haciendo un arsenal!
(clin, clan)
-¡Hijos míos –grita el Terco-,
Traedme enseguida los cohetes de San
Juan que tengo guardados en la bodega!
-¡Hijos míos –grita el
Mandón-traedme enseguida el saco de
petardos que tengo guardado en el
sótano!
-¡Hijitos, hijitos míos! –vocifera el
Terco-. Traedme ahora mismo todos
los fuegos que los primos habían
guardado en el desván de su casa.
-¡Hijos míos! –vuelve a gritar el
Mandón-. Pedidle al vecino que me
traiga aquel montón de bombitas que
tiene en su casa.
(clin, clan)
Con sus velas en la mano,
dos idiotas sin razón
han hecho una colección
con las bombas que han juntado.
Y sus inocentes hijos
advierten con gran pesar
que no pueden trabajar
porque viven en peligro.
(clin, clan)
Los dos idiotas sentados,
cada uno en su lugar,
con sus velas en la mano,
¡pero encima de un volcán!
(clin, clan)
Y los dos van discutiendo
con enorme animación:
desafueros, improperios,
¡la mayor provocación!
(clin, clan)
Pero, ¡qué horror!,
de repente Mandón
estornuda fuerte.
¡Achís!
(clin, clan)
¡El Terco se lleva un susto!
De súbito se levanta
y la vela que tenía,
encendida, se le escapa
hacia el barril del Mandón.
¡Se oye una gran explosión!
(clin, clan)
CATRAPUM!
(clin, clan)
¡Saltan lejos las centellas
y se incendia el aposento!
Explota el barril del otro
y perecen sin remedio.
¡Vuelan nuestros dos valientes
como si fueran cohetes!
(clin, clan)
Ya han volado los idiotas.
Había una vez un terco…
Una vez había un mandón…
Ruth Rocha. Editorial Aliorna. 1987
Buena la historia, aunque no la había entendido hasta que van a buscar más pólvora.
Esto estuvo cerca de pasar durante la guerra fría que termino poco antes de publicarse este cuento
largo y aburridooooooo fomeeeeeeee
me encanto el texto porque me hizo reflexionar mucho