Dracolino era un dragón descendiente de la única familia de dragones que quedaba en todo el territorio conocido. Vivía en una cueva oculta a los habitantes del país de Ortas, alejado de sus casas y campos, al pie de una gran montaña.
No era muy grande, pero ya asustaba a todo el pueblo cuando volaba un poco bajo y rugía con furia. Sus padres le estaban enseñando a volar rápido y por encima de los tejados de las casas, pero todavía no le habían enseñado el arte de echar fuego por la boca.
Por eso, cuando Dracolino quiso probar sus capacidades e intentó asustar a un grupo de niños que jugaban en un prado, en lugar de soltar una llamarada solo salió de su garganta una especie de largo silbido.
Los niños comenzaron a reírse de él y decían:
-¡Menudo dragón! ¿Habéis visto cómo silba? Parece una sirena.
Dracolino se puso rojo de vergüenza: esos niños se estaban riendo de él en lugar de salir corriendo asustados. Eso no se podía consentir.
Volvió a su casa muy preocupado y preguntó:
-Papá, ¿por qué no me enseñas de una vez a lanzar llamas?
Hoy intenté asustar a un grupo de niños y, en lugar de fuego, me salió un largo silbido y todos se rieron de mí.
Su padre, el dragón Flamarión, le contestó:
-Dracolíno, hijo, aún eres pequeño para lanzar llamas por la boca. De momento ya tienes bastante aprendiendo a volar y planear por encima de los tejados. Eso es muy difícil para nosotros porque somos muy grandes y pesados. No quieras hacer cosas para las que todavía no estás preparado.
-Pero, papá, yo quiero asustar a esos niños que se han reído de mí. Me ha dado mucha vergüenza lo que ha pasado.
Dracolino se quedó muy preocupado. Su padre de momento no le iba a enseñar a lanzar llamas, así que decidió probar por su cuenta él solo hasta que lo consiguiera.
Salió volando de la cueva y se dirigió a las montañas, donde algunos de los habitantes de Ortas recogían hierbas medicínales. Pasó rozando los árboles e intentó lanzar llamas por su boca, pero en lugar de fuego lo que salió fue un precioso silbido parecido a un canto.
-¡Mirad! -se dijeron unos a otros-. Un pequeño dragón que canta. Y otros le dijeron:
-Dragón, a lo mejor necesitas alguna de nuestras plantas medicinales para aclararte la garganta. Y todos se rieron de él.
Dracolíno otra vez se sintió avergonzado. Él quería asustar y solo conseguía que se rieran. Desesperado se fue a la montaña más alta del país de Ortas y allí se puso a pensar y a pensar… ¿Qué podría hacer? ¿Por qué no conseguía echar fuego por la boca como sus padres?
Se hizo de noche y allí seguía Dracolino, sentado en la cima de la montaña y a solas con la Luna.
-Luna de Plata, dime, tú que tienes tanta experiencia, tú que has visto tantas cosas, ¿que puedo hacer?
La Luna sintió pena por Dracolino y le contestó:
-A lo mejor lo que tienes que hacer en esta vida no es asustar ni echar fuego por la boca. Quizá tú seas distinto.
-Pero, Luna de plata, soy descendiente de la única familia de dragones que queda en todo el país de Ortas, es mí obligación hacer lo que han hecho siempre mis padres y los padres de mis padres y todos mis antepasados.
-¿Y por qué? -preguntó Luna de plata-, ¿Quién sabe si tú eres el primer dragón que no asusta y que no lanza llamas por su boca? Y a ti, realmente, ¿qué te gustarla hacer si no fueras de la familia de los dragones?
A Dracolino se le iluminó la cara y contestó a la Luna:
-Me gustaría muchísimo cantar -dijo con seguridad.
-¡Pues canta! -le contestó Luna de plata.
-Pero entonces… ¡no me tendrán miedo! -dijo Dracolino.
-No, claro que no les darás miedo, al contrario, estarán encantados de que les alegres con tus cantos y todos te querrán.
Dracolino se puso a pensar: «¿Qué pasará si me dedico a cantar? ¿Qué dirán mis padres si les; digo que no quiero asustar a nadie y que prefiero alegrarles con mis cantos? ¿Qué dirán los habitantes de! país de Ortas?».
Tenía tantas preguntas sin respuesta que, cansado, se quedó dormido en la cima de la montaña mientras la Luna vigilaba sus sueños.
El Sol comenzaba a salir por el horizonte cuando Dracolino decidió volver a su cueva: sus padres estarían muy preocupados y les tenía que contar lo que pensaba hacer en su vida y observar cómo reaccionaban.
Cuando le oyeron le dijeron horrorizados:
-Tú, Dracolino, nuestro hijo, ¿te quieres dedicar a cantar en lugar de asustar a las personas con tus llamaradas? ¡Qué vergüenza para nuestra familia!
Dracolino salió de la cueva cabizbajo y triste, ya sabía la opinión de sus padres. Ahora tendría que averiguar lo que dirían de él los habitantes del país de Ortas.
Comenzó a sobrevolar los tejados de las casas sacando de su garganta bonitos sonidos, canciones dulces y delicadas. Los habitantes de Ortas salieron de sus casas para averiguar de dónde salían esos cantos tan maravillosos y, al mirar al cielo, vieron a Dracolino volando.
-¡Un dragón que canta! ¡Es imposible! -decían los mayores-. Los dragones siempre se han dedicado a asustarnos y a lanzar llamas por su boca.
Pero ahora veían a Dracolino y no sentían miedo, al contrario, se sentían muy contentos al oírle cantar.
Dracolino voló por encima de las montañas y vio cómo la gente levantaba la cabeza con cara de asombro. Por unos momentos dejaban de recolectar las hierbas y miraban hacia él con asombro.
Pronto se corrió la voz, y gente de todo el país acudía para oírle cantar.
La fama de Dracolino llegó tan lejos que venían también gentes de otras partes del mundo para escucharle y él cada vez se sentía más feliz.
Sus padres aceptaron al fin que la misión de su hijo era otra muy diferente de la suya y de la de todos sus antepasados. Y decían con orgullo:
-Nuestro hijo, Dracolino, es el primer dragón en toda la historia de los dragones que se dedica a cantar y a alegrar la vida de la gente.
Dracolino había encontrado por fin su camino, sabía lo que quería hacer y se sentía muy feliz.
Y por las noches, cuando salía la Luna de plata, subía a la montaña y cantaba solo para ella en agradecimiento por haberle ayudado a pensar y a tomar una decisión tan importante.
REFLEXIONES
- ¿Cómo crees que se siente Dracolino cuando se burlan de él?
- ¿Por qué sus padres querían que asustara y lanzara llamas como hacían todos los dragones?
- Cuando Dracolino habla con la luna, ésta le ayuda a pensar. ¿Conoces alguna persona que te ayude a pensar a ti?
- ¿Por qué Dracolino no se atreve a hacer lo que más le gusta, que es cantar?
- ¿Por qué a sus padres les da vergüenza que se dedique a cantar? Si tú ahora mismo pudieras elegir, ¿qué es lo que más te gustaría hacer?
- Ser diferente a veces resulta difícil. ¿Conoces a alguien que sea muy diferente a los demás? ¿Por qué es diferente?
Si te parece puedes continuar la historia de Dracolino o cambiar alguna parte del cuento. Tienes un espacio donde puedes dibujar a Dracolino tal y como tú te lo imagines, o alguna escena del cuento, como por ejemplo cuando Dracolino habla con la luna.
La historia de Dracolino
Autora: Ibarrola, Begoña
Editorial: Ediciones SM
ISBN: 978-84-675-0257-2 EAN: 9788467502572
Encontraréis una grabación escenificada en: http://www.youtube.com/watch?v=iZt1Zwe2siQ
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